
130 años de la muerte de Van Gogh: Loving Vincent
Producción, reseña y opinión de la película Loving Vincent.
La vida de Vincent Van Gogh, el histórico pintor impresionista, no podría ser mejor retratada que utilizando la atmósfera de su propio arte. En Loving Vincent (2018), los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman tuvieron la revolucionaria idea de contar las diferentes perspectivas e ideas que rodean la muerte del impresionista (29 de julio de 1890) utilizando únicamente pinturas hechas en óleo.
Para ver la inmensidad de esto, veamos primero el trabajo. Con una producción de alrededor de seis años, más de 115 pintores y más de 65,000 encuadres lo que más me sorprende es el proceso. Vincent Van Gogh, para pintar, lo que hacía era observar a la persona, objeto o paisaje que tenía en frente y retratarla. Este es el método que se utilizó en la película: Primero, los actores grababan sus escenas en pantalla verde, luego, estas pasaban a ser dibujadas en líneas que se podían proyectar para que los artistas pintaran sobre la escena utilizando como referencia fotografías de la época e ilustraciones del propio Van Gogh. Al final, se tomaba una foto a la pintura, la cual se editaba para crear movimiento.
En esa imagen se muestra la construcción del personaje de Joseph Roulin, (Chris O’dowd). Roulin, en la vida real, fue uno de los amigos más queridos de Van Gogh. En la película, sin embargo, no nos enfocamos en él, sino en su hijo: Armand Roulin. La historia empieza jalando un hilo ficcional lo suficientemente plausible: Un año después de la muerte de Vincent, Armand, luego de una fuerte insistencia de parte de su padre, se embarca hacia París para buscar al hermano de Van Gogh, Theo. Va en su búsqueda para entregarle algo de su mayor interés: una carta de Vincent dirigida a él que fue escrita seis semanas antes de su suicidio. Al no encontrar rasgo de él en París, se dirige a hablar con el vendedor de las -pocas en ese entonces- pinturas de Van Gogh, Pere Tanguy.
Cabe resaltar que, hasta esta parte de la película, la mayoría de las escenas están inspiradas únicamente en el estilo de las obras de Van Gogh o en ellas mismas, especialmente cuando Armand se pasea por París y en el momento en el que llega al estudio de Tanguy. Al producirse este encuentro y hablar del artista, Tanguy le cuenta sobre la vida de este en París. Estas escenas, que no existieron en los cuadros de Van Gogh, pero sí en la vida real, son retratadas con otro estilo de pintura en blanco y negro, inspiradas en las fotografías de la época. Así es como, en adelante, se retratan las escenas de la vida de Van Gogh.
Tanguy le informa a Armand que lamentablemente entregarle esta carta a Theo será imposible, pues este ha fallecido seis meses después que su hermano. Es aquí cuando lo dirige a Auvers, el pueblo donde Vincent pasó sus últimos meses, para que le entregue a la carta a su doctor, Dr. Gachet.
Lo primero que hace Armand a llegar a Auvers es dirigirse a la casa del doctor. Este no está, así que se dirige a la posada donde Van Gogh vivía para esperar hasta que pueda encontrarse con Gachet. En Auverge Ravoux es donde comienza a escuchar todo tipo de relatos sobre la muerte de Van Gogh y a plantearse millones de escenarios. Se vuelve todo un detective, culpando a varias personas, culpando a su vez a ninguna. Su interés vira de entregar la carta a un interés compartido por muchas personas hasta hoy en día: ¿Cuál es la verdad de la muerte de Van Gogh?
Loving Vincent es el tipo de película con la que puedes conectar. Sin duda, Van Gogh era un hombre con problemas mentales, triste, que se refugiaba en su propio arte. ¿Eso no es, en cierta forma, lo que hacen todos los cineastas, todos los artistas? He escuchado varias veces que Vincent Van Gogh es el mayor ejemplo de los artistas sufridos, pero suelo diferir un poco. Cada ser humano busca su propia forma de escapar de su dolor; así como Van Gogh pintaba, otros escriben, otros hacen deporte, otros estudian. Se hacen las cosas que disfrutamos para aliviarnos, pero no todos se atreven a vivir de ellas. Van Gogh sí. Él es un gran ejemplo, es cierto, pero no del sufrimiento artístico, si no de la perseverancia al hacer lo que amas y de cómo esto te puede ayudar a sanar.
Ahora bien, repito. Claramente Van Gogh tenía problemas emocionales serios que debían ser tratados no solo con el arte, sino también con profesionales. Él sabía esto; se internó a sí mismo a un hospital psiquiátrico antes de trabajar con Gachet. Esto es algo que la película no retrata, pero que sí se puede observar mejor en Eternity’s Gate, película de 2018 en la cual Willem Dafoe personifica al trágico pintor impresionista.


