
Dos películas inusuales: El color de la granada y El espejo
Comentaremos brevemente las películas El color de la granada de Paradjanov y El espejo de Tarkovsky
Muchas veces oímos o leemos sobre películas que parecen apartarse del radar audiovisual al que estamos acostumbrados. Puede deberse al país de procedencia por el estilo ya marcado que suelen presentar las obras cinematográficas de dicho lugar, por el director o porque aquella cinta marca el auge o inicio de las filmografías.
En esta oportunidad tenemos a El color de la granada (1969), película dirigida por Serguei Paradjanov, reconocido director armenio ucraniano (cuando ambas repúblicas pertenecían a la Unión Soviética), quien también dirigió Sombras de los ancestros olvidados (1964) y La leyenda de la fortaleza de Suram (1984).
Por otro lado, aparece El espejo (1975), película dirigida por Andrei Tarkovsky, aclamado director ruso, considerado el más influyente de su país, así como uno de los más grandes del mundo. También dirigió otras aclamadas películas como La infancia de Iván (1962), Stalker (1979) y Nostalgia (1983).
Ambas películas marcan un hito dentro de la filmografía de ambos directores por lo excepcional y sobresaliente de su trabajo a nivel individual con cada elemento presente, pero también porque han sido muy cuestionadas por el significado que cada tiene. Lo cierto es que a primera vista puede causar trabajo verlas detenidamente durante toda su duración y más aún comprender su significado o darle una interpretación personal diferente a la que podamos encontrar en internet.
Cabe mencionar que últimamente en nuestro país se ha ido difundiendo un poco más las películas de Tarkovsky a través de las diferentes páginas sobre cine que uno encuentra en redes sociales, pero también en diferentes ciclos de cine o cinetecas. Sin embargo, de Paradjanov no he tenido registro o simplemente no ha habido. Por ello, para conocer un poco más o recordar dos películas de los dos destacados directores, en esta oportunidad comentaré brevemente sobre una película de cada uno.
El color de la granada: una explosión en el cerebro
Debo admitir que la primera vez que me aventuré a ver esta película fue en mi primer año de la universidad, cuando la descubrí al estar presente en un lista de recomendaciones en un grupo de Facebook. Como no la disfruté como quise, la volví a ver un año después y entonces pude comprender mejor, desde mi perspectiva, la película.
Y es que hay tanto simbolismo en un solo encuadre que poder coincidir del todo con el verdadero significado es complicado, aunque esto no es lo primordial, sino disfrutar y dejarse llevar por el espectáculo.
La película es una propuesta poética acerca de la vida de Sayat.Nova, poeta y cantante armenio. No es una reproducción biográfica lineal con escenas a partir de su niñez, sino que son diversos cuadros que se perciben como fotografías en movimiento, cada una llena de imágenes simbólicas, cautivadoras y atrapantes para la visión. Es como si frente a nosotros se desarrolla la mente del poeta, aquello que lo domina y lo impulsa a crear, pero sobre todo su vida, sus alegrías y miedos. Exploramos al sujeto y aquello que ha aprendido, lo ha hecho fracasar, soñar y combatir consigo mismo, es decir, lo que forma parte de sus discursos.
Cuenta además con una presentación visual capaz de captar la mirada y que esta siga el cada uno de los movimientos que los actores realizan con una acertada coreografía que también nos permite conocer la cultura y tradiciones del país de origen. La combinación de colores también aporta un gran mensaje dentro del viaje abstracto en el que nos sumergimos. Vemos algo fuera de lo tradicional, en donde el diálogo forma parte del pasado y la imagen prevalece en nuestra vista y se almacena como un carrusel en nuestra memoria.
El espejo: Un poema en imágenes
Acertado o no, fue la primera película que vi de Tarkovsky. Desde aquel momento, empecé a explorar más su filmografía y a otros directores contemporáneos quienes decían admirarlo.
Ahora me pregunto qué hace especial al cine de Tarkovsky para mí, y la respuesta es que lo siento como leer un poema acompañado por imágenes referenciales o que nutren cada verso que, en este caso, pueden ser los diálogos o el guión en general.
La película, al igual que la anterior, no es lineal, sino que se presenta como una serie de imágenes que van adquiriendo significado conforme interpretamos y nos sumergimos en el mensaje y en la potente carga visual. Son recuerdos desordenados, tal vez de un poeta durante su último suspiro de vida que nos invita a analizar cada palabra y figura.
Por un lado, el espectáculo visual es impresionante. Por ejemplo, la famosa escena del incendio de una granja, la cual se aprecia magistralmente gracias al plano secuencia empleado; o incluso en los efectos visuales utilizados, como cuando vemos a la persona levitar. Por otro lado, muchas escenas se ven acompañadas por una voz en off que nos narra un poema o, tal vez, la historia, la cual se expresa en los personajes, aquello que hacen, sus expresiones, el ambiente y la naturaleza.
El título nos dice mucho y podemos vernos reflejados en el significado que le otorgamos a aquella memoria poética que Tarkovsky quiso inmortalizar de sí mismo. Puede ser que parezca difícil de mantener el ritmo al inicio, pero paulatinamente nos vemos inmersos en la película, e incluso si crees que las imágenes carecen de significado, al mismo tiempo reflexionas lo contrario, que es tan profundo que incluso inicias su búsqueda (tal vez eterna). Es esta realidad y ficción que el director mantiene en equilibrio lo que también nos hace meditar al final de la película cómo se interrelaciona lo real, imaginario, onírico y el recuerdo.


