
El caso de Gli anni Ruggenti (1962)
Hacia la búsqueda de un verdadero estándar de calidad de las películas El caso de Gli anni Ruggenti (1962) y la toma de conciencia del personaje como símbolo de buena calidad en una película.
En su universalidad, las películas son una experiencia de entretenimiento que acompaña a todas las personas durante su vida. Es tan común a tal punto que se ha transformado en una experiencia inherente de la vida humana, sobre todo por la masificación de los productos de streaming de contenidos audiovisuales que han permitido mayor facilidad para consumir películas o series. Se esgrimen diversas razones para señalar la calidad de una película: la narrativa, los actores, el final, la forma en la que se cuenta la historia, etc. En este artículo queremos señalar una perspectiva como señal de buena calidad: La toma de conciencia del personaje luego del proceso de la experiencia narrativa a la que se ve sometido a través de los limites e intenciones narrativas de la película. Para explicar este concepto, utilizaremos el final de la película Gli Anni Rugenti (1962) del director Luigi Zampa para explicar la toma de conciencia producida como resultado de la experiencia narrativa a la que es sometida el personaje principal.
Gli Anni Rugenti relata la historia de Omero Battifiori, un vendedor de seguros que vive en la Italia fascista de la década de l930. Un día llega a un pequeño pueblo de Italia, en su llegada es confundido por un jerarca fascista del gobierno. Esto ocurre debido a que justo llega al pueblo cuando circulaban rumores de una posible visita de un jerarca fascista de incógnito para supervisar el desempeño del pueblo de acuerdo a los objetivos del gobierno fascista. A través de este nuevo rol en el que se encuentra este humilde vendedor de seguros, experimenta las relaciones de poder del fascismo con la sociedad política italiana. La película en si trata sobre cómo se relaciona la sociedad con el poder de turno, y en este caso, se utiliza la Italia fascista de los años 30 como ejemplo para expresar esta idea.
En su nuevo rol como jerarca fascista, Omero Battifiori es sometido a diversos paseos por parte de las autoridades del pueblo, donde le demuestran los avances y desarrollo del pueblo con el objetivo de congraciarse con Omero, el supuesto jerarca fascista. En la parte final de la película, Omero Battifiori es llevado por el doctor del pueblo a la parte más humilde del pueblo conocido como “Las Cavernas”. En este lugar, puede observar la parte mas pobre y olvidada del pueblo. A la vez, puede observar esa parte de Italia que el proyecto fascista y su propaganda intenta ocultar. Las cavernas y su pobreza representan el fracaso del proyecto fascista en su supuesto desarrollo del bienestar para todos los italianos. Omero, aún confundido por un jerarca fascista de incógnito, es recibido con alegría por parte de los ciudadanos que lo toman como un actor político por el cual pueden expresar sus quejas y necesidades de manera directa a un líder fascista de alto rango. Entre las diversas interacciones que tiene con los ciudadanos de esta olvidada región de la ciudad, uno de ellos le entrega una carta. Esta carta es guardada y luego vuelta a encontrar en la escena final de la película.
En la escena final de la película, Omero está en el tren de regreso a Roma, luego de que se descubre que no era un jerarca fascista, y en cambio, era solo un simple vendedor de seguros. Revisa sus bolsillos mientras el tren avanza y encuentra la carta que le dio el habitante de las cavernas. Decide leer la carta que dice lo siguiente:
Querido Duce, tengo 56 años. En toda mi vida no me he asomado a una ventana, he vivido siempre en una gruta, hablando con respeto, peor que un animal. Justamente te pido, si puedo tener una casa. No tanto por la casa como por la ventana, que nunca tuve. ¿Me la quieres dar? Dado que mi hijo ha caído en África y no volvió más, dejándome viudo del todo. Querido Duce, ahora que estoy solo, quisiera tener por lo menos una ventana que me permita asomarme y rezar por ti que lo necesitas tanto. Mi firma: Carlicchio, Lorenzo,difuntos: Euclio y Andre.
La lectura de esta carta es el punto final de toda su experiencia narrativa. La importancia de la lectura de esta carta se expresa en la toma de conciencia que le genera leer la carta. Omero desarrolla una relación más compleja con su realidad. En este caso su realidad es la Italia fascista de la década de los 30, la cual el creía como la culminación del bienestar para todos sus habitantes. La visita a las cavernas y la lectura de la carta le permite entender que la realidad es mucho más compleja de lo que el creía. La toma de conciencia del personaje ocurre porque logra una transformación espiritual al lograr ver más allá de la ideología fascista a la cual se encontraba sometido. A partir de ahora, la película sugiere que Omero comprende las dificultades y los contrastes de su realidad, lo que lo transforma en un sujeto racional y consciente de su alrededor. Esta transformación lo lleva a transformarse en algo más allá de un personaje narrativo que actúa según las ordenes narrativas de un guion, sino que ahora es una realidad racional que puede desarrollar una relación con su realidad. Esto conlleva a que se excedan los límites de la película y pueda llegar a generar una experiencia narrativa en el espectador. Esta experiencia se desarrolla porque se genera una relación de familiaridad entre la experiencia del personaje y la experiencia del espectador.
La toma de conciencia por parte de los personajes es señal de buena calidad en una película por lo siguiente: La toma de conciencia solo puede ocurrir a partir de una experiencia narrativa bien definida y guiada por los principios narrativos de una buena historia que logre atraer la atención del espectador. Esto significa que el contexto espacial donde ocurre la narrativa debe estar bien limitado y definido para que se pueda producir la posibilidad de una relación compleja entre el personaje y su realidad. Por así decirlo, el director logra generar un escenario eficiente y real donde la historia tome sentido. Para lograr esto, el director ha logrado que el espectador traspase la concepción de artificialidad de la narrativa y pueda entender la realidad cinematográfica como una realidad compleja e infinita.


