
For sama: Una realidad como carta de amor
Sama, eres lo más hermoso en nuestra vida, pero a que mundo te he traído. Tú no elegiste esto. ¿Podrás perdonarme algún día? – Waad Al-Kateab
Cuando uno piensa en Siria, ese país en donde en la tierra se siembran bombas y brotan ríos de sangre, la palabra “guerra” se dibuja en nuestra mente. Ella se ha implantado como una normalidad cancerígena con la que nos hemos acostumbrado, lamentablemente, a convivir.
For Sama es un documental testimonial de los cineastas Waad Al-Kateab y Edward Watts, que te lleva a los extremos del sentir y que cuenta con una estructura narrativa no lineal tan bien realizada que es capaz de impregnarte en el alma cada emoción, terminándola por hacer inolvidable. Una historia que de alguna u otra manera te cambiará y que a donde sea que vayas siempre te acompañará.
El documental es grabado por Waad, una joven siria de veinte años, que, atormentada en una tierra arrasada por la guerra y en pleno asedio, experimenta la maternidad, dando a luz a Sama, a quien es dedicado el filme.
Sama es el fruto de un camino hecho de sacrificios, la justificación de la lucha y a quien es dirigido esta carta de amor cinematográfica, en la que pasarán por nuestros de espectador cinco años, en las que veremos los momentos más duros y hermosos de la vida de la periodista y cineasta, quien se ve obligada a tener que tomar una decisión imposible: quedarse y apoyar la revolución o huir de la ciudad para salvar la vida de su hija, olvidando la lucha por la libertad que tanto ha costado.
Se nos muestra los comienzos de la Primavera Árabe (llamada así por Occidente a las protestas masivas y pacíficas en contra de los gobiernos totalitarios en los países árabes que reclamaban justicia, libertad y dignidad), los ocho meses de asedio en la grisácea ciudad de Alepo y al hospital, que sería el último que quedaría en pie, en donde Waad vive con su familia, con un cuarto que tiene pilas de cementos como ventanas.
Los vídeos realizados son grabados para mostrar al mundo que, a pesar de las intentonas del régimen por negarlo, la revolución pacífica estaba ocurriendo en el país y que tenían como fin el derrocamiento del dictador Bashar , y con él, todo un régimen que se había encargado de drenar la dignidad del pueblo sirio e inundar las calles de corrupción y opresión.
A partir de allí, grabar le da un propósito a la vida de Al-Kateab, sentir la fragilidad de su vida la impulsa a filmar cada momento, que al final se convertiría en un mensaje para el futuro. Un futuro encarnado en Sama, que algún día podrá entender por qué se luchaba: darle un mejor futuro en el hogar que por derecho les pertenece.
En las manos de una madre y bajo el cielo gris de Alepo, Sama experimenta la destrucción de su ciudad.
Al comienzo del filme, el primer plano del rostro de Sama contrasta con el plano general de la desfigurada y humeante ciudad de Alepo. Con cámara en mano nos sumergimos en un viaje de sobrevivencia, de transiciones inesperadas de cara a la muerte y en donde la alegría da ganas de llorar, porque sabes que las desgracias pronto barrerán con ella.
La vida es una ilusión y se resume en palabras de Hamza, el esposo de Waad y uno de los treinta y dos doctores que decidieron quedarse, cuando mira sus destruidas plantas: “las plantamos, las regamos, y crecen solo para que sean destruidas por una bomba”. A esa vida era a la que estaba condenada Sama, desde antes que naciera.
El intercalado de escenas, por un lado, de los bombardeos y represiones y, por el otro, de breves momentos de silencio que se pueden interpretar como paz y en donde las personas hacen tareas domésticas hasta que una bomba las devuelven a la realidad, es el contraste que caracteriza al documental. Ahora esto es la normalidad: advertencias disfrazadas de cuentos, bromas irónicas sobre la muerte, niños desenvainando su imaginación en esqueleto metálico de un auto destruido por una bomba de racimo u otro niño en su balcón llorando porque no quiere tener que irse de su ciudad, mientras se escucha no tan lejos las bombas cayendo. Ese es el nivel de deshumanización que ha traído consigo la guerra. Un pueblo desconsolado y sometido brutalmente por el gobierno sirio y su aliado Rusia, y una infancia despellejada viva hasta dejarla seca de esperanzas
Sama nace, entre protestas y bombardeos, junto a una felicidad lastimada por el miedo y es imposible no preguntarse si se acaba de cometer un pecado atroz, una ilusión suicida. Un cuerpo frágil llega a una vida aún más frágil. Pero a pesar de todo lo que hemos visto, sus ojos nos dan esperanza, ella renovaba las promesas de la búsqueda por la dignidad y libertad. Y Waad, tomándola entre sus brazos, llora, con la impotencia de que no le pueda dar una vida mejor.
Al final del documental y tras el ultimátum del régimen (o te vas o seguiremos bombardeando hasta ver tu cuerpo muerto), Waad, embarazada nuevamente y entre lágrimas de impotencia se marcha con su familia y los rebeldes de Alepo a buscar refugio en otros países. Lo encuentra en Londres, Inglaterra, en donde actualmente sigue trabajando como periodista, es activista y se encarga de mostrar al mundo la realidad de su país que se decide muchas veces ignorar.
La fortaleza de Hamza y la terquedad de Waad es un reflejo de todo el pueblo sirio que aún recuerda cómo soñar.
Ver a Sama hoy por Instagram siendo una niña teniendo una vida tan normal y a la vez tan diferente de otros, me produce un sentimiento inexplicable. Sama simboliza la promesa de que algún día, ella, como tantos otros exiliados, puedan vivir en la tierra que se le negó, una Siria libre y digna.
He de admitir que no he visto ningún filme tan difícil y a la vez tan necesario de ver que For Sama, que ha sido reconocido en 2019 como mejor documental en el Festival de Cine de Cannes, entre muchísimos otros premios.
Entre sonrisas bañadas en lágrimas provocado por el rompimiento emocional, termina por invitarnos a la acción (para lo cual se ha creado una páginahttps://www.actionforsama.com/), que comienza por hablar de lo que sucede, no solo en Siria, sino también en otros países sumergidos por la guerra. El material audiovisual que se muestra en este documental, reconozcámoslo, no es ni la cuarta parte de lo que en verdad sucede y el que diga que esto no es su problema se engaña de la peor manera posible.


