
“La cosa” en el Teatro
La creatividad y la evolución en la cinta "La cosa" de Álvaro Velarde
En el 2013, habiendo estrenado su ópera prima cerca de 10 años atrás, el director de cine Álvaro Velarde culmina una segunda cinta: “Como quien no quiere la cosa”, estrenada en varios festivales de cine, incluido el Festival de cine de Lima. Aunque esta película sea de comedia, el género más seguido por los espectadores peruanos, “La cosa” no pudo ser estrenada en salas comerciales por problemas financieros. Al no llegar a un acuerdo con los multicines, 7 años después, reencontramos la cinta en un espacio de exhibición. A diferencia de otros estrenos alternativos, el camino que tomó la película “La cosa” la llevo al teatro. La primera experiencia sensorial del cine peruano, se reestrenó con una premier el 15 de febrero del 2020. Hablemos de la cinta, de su director y de qué tiene de especial esta película y su nuevo formato de exhibición.
Pocas veces podemos encontrar en el cine peruano a un director que tenga un estilo visual propio y que podamos reconocerlo dentro de su obra. Álvaro Velarde, con 3 películas en su haber, ha demostrado tener este talento de contar una historia de una manera muy original. Encontramos desde su ópera prima, “El destino no tiene favoritos (2003)”, una visión completamente irreal y caricaturesca. De primera instancia, la cinta tiene el valor de contar una historia de cine dentro del cine, o más bien de telenovela dentro del cine. Esto permite que “El destino no tiene favoritos” mantenga una narrativa trabajada bajo el histrionismo y el absurdo de las telenovelas. Una fantástica elección que ayuda a ubicar mejor a los espectadores peruanos ya que son grandes consumidores de estas.
En cuanto a “Como quien no quiere la cosa”, es sumamente interesante ver reafirmar esta visión. Personajes irreales, escenarios con decorados caricaturescos, maquetas, utilería de espíritu pueril y una trama que viaja entre lo irracional y lo surreal son algunos de los elementos que encontramos en esta peculiar película. Podemos llamar a estos elementos originales dentro del cine peruano, a pesar de que podamos encontrarlos en el cine de otros autores extranjeros.
“La cosa” narra la historia de amor y desamor entre Doña Don Justo, la malvada villana que vive en el viejo faro, y Fortunato, el dueño del Hotel “5 estrellas de mar”. Fortunato deberá intentar mantener a flote su decadente negocio hotelero, mientras que Doña Don Justo intentará arruinarlo como venganza por haber sido olvidada por él.
Esta loca historia nos presenta un elenco coral de personajes, cada uno con su historia y manías completamente irreales. Debemos destacar también el uso de actores extranjeros que aportan matices muy divertidos a la historia. Esta creación de personajes recuerda trabajos de directores como Jean Pierre Jeunet en “La ciudad de los niños perdidos (1995)” y “Delicatessen (1991)” o el uso del absurdo de José Luis Cuerda en filmes como “Amanece que no es poco (1989)”. En la parte de dirección de arte, tenemos muchos elementos que denotan por su simetría y el uso de las texturas, el uso de una paleta con colores sumamente saturados y variados, los decorados llenos de artificialidad nos traen a la mente un espacio de caricatura y de estética pop y, por supuesto, el vestuario de los personajes, detalle que los vuelve seres completamente artificiales.
Esta película tuvo grandes méritos y podemos decir que los años no le han caído nada mal, su estética ha mantenido la película en un estado atemporal muy curioso. Por ello que su nuevo estreno solo ha sabido añadirle valores agregados. Ver “La Cosa” en el teatro es básicamente sumergirte en efectos sensoriales caseros del famoso sistema 4D. La presentación en los espacios del Teatro Británico y el Teatro Julieta ha dado una mayor incidencia en la artificialidad de la película, volviendo esto una experiencia sumamente gratificante que trae a la memoria las obras de cine culto teatralizadas. Una experiencia cercana es “Rocky Horror Picture Show”, recordada cinta de los años 70, con la que “La cosa” comparte tanto lo irreal como el absurdo, pero también la experiencia sensorial de ver la obra con efectos caseros.
Finalmente, podemos hablar de lo injusto de las circunstancias, que resumieron apenas en un mes las funciones de “La cosa” por el desborde de la pandemia del Covid-19. Esta afección a las funciones ha sido apenas una de las tantas trabas que tienen los cineastas peruanos para lograr exhibir sus obras, sin un verdadero amparo contra los multicines. Sin embargo, es muy inteligente y creativo encontrar un camino alternativo como el que tomó este proyecto, llevando a cabo un encuentro con el cine peruano que, para quienes pudimos disfrutarlo, difícilmente será olvidado.


