La sublimación del miedo en la pantalla grande

Lo siniestro y lo abyecto del género de horror

El horror es un género difícil de definir debido a que sus parámetros están establecidos por criterios diferentes a los de la mayoría de los otros géneros. Aunque el horror tiene sus propias convenciones de la historia, este responde a un género emotivo que se enfoca en dramatizar las principales preocupaciones, traumas y obsesiones que la sociedad reprime u oprime como objetos de temor.

Es un género que está a la vanguardia de los cambios que se susciten a nivel histórico o social para encontrarle el lado oscuro y, así, crearle una nueva máscara aterradora. No obstante, para definir que algo es extrañamente horrible, debe existir una atmósfera de temor inexplicable a las fuerzas externas y desconocidas. Y es que, como planteaba uno de los más grandes exponentes del género, H.P. Lovecraft, para que algo sea considerado realmente horrible, debe haber una fuerza maligna que irrumpa en las leyes de la naturaleza y el mundo ordinario.

Es por ello que sus argumentos giran en torno a la intrusión de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, criminal o paranormal que altera el mundo y el orden natural de las cosas, y cuya principal función se centra en producir una sensación de temor y horror en el público relacionado con la aversión y desesperación del hombre hacia lo extraño, lo desconocido y lo irracional del mundo. No obstante, este tipo de género cinematográfico, en realidad, retoma los más grandes miedos que el hombre reprime en su cotidianidad, en su inconsciente, para convertirlos, a través de representaciones fílmicas dramatizadas y temibles, en una gran amenaza o fuerza maligna que atente contra su humanidad. El horror funciona, de esta manera, como un medio de escape o redención del contenido reprimido de la sociedad.

Ahora bien, al estar vinculado con las sensaciones de miedo y el mundo inconsciente del ser humano suele ser objeto de estudio para el psicoanálisis y la psicología en general. Sin embargo, el aporte más importante que ha realizado el psicoanálisis es el estudio del horror tal cual que ha servido para comprender cómo es que se produce este sentimiento de extrañeza y miedo ante algo o alguien espantoso que en realidad forma parte del mundo ordinario y que el cine lo ha transformado en una fuerza maligna de mayor magnitud que genera temor, pero a la vez identificación por medio de esta sublimación del miedo llevado a la pantalla grande a través de lo siniestro y lo abyecto.

Lo siniestro

Sigmund Freud (2016), el fundador del psicoanálisis, desarrolló en su ensayo “Das Unheimliche”, traducido al español como “Lo siniestro”, las disciplinas psicoanalíticas alrededor del sentimiento de extrañeza y temor hacia lo que aparentemente es cotidiano y familiar, un tema que es visto, justamente, en las películas de horror.

Freud define lo siniestro como una vivencia contradictoria donde lo extraño se presenta como conocido y lo conocido se torna extraño. Lo describe como una sensación extraña de temor, desagrado y repulsión que surge hacia algo que se conoce o resulta familiar desde hace mucho tiempo. Si bien, este tipo de interpretación puede ser confusa, Freud lo desglosa de la siguiente manera: en un primer nivel, lo extraño corresponde a una incertidumbre intelectual y a la falta de familiaridad, y, en un segundo nivel, responde a una reacción a algo familiar para el individuo pero que ha pasado por un proceso de represión. Esto último es pieza clave para comprender la naturaleza secreta de lo extraño y cómo es que se manifiesta en este género cinematográfico.

Este sentimiento de extrañeza o la sensación de lo siniestro se ve mejor reflejado en lo familiar de la vida anímica del hombre, que fue enajenado por el proceso de la represión. Y es que lo siniestro es algo que destinado a permanecer oculto (en el inconsciente), ha salido a la luz, se ha vuelto visible, y puede suponer que la única forma de manifestarlo conscientemente es por medio de la angustia.

No es coincidencia, entonces, que el cine de horror trabaje temas en torno a los miedos más reprimidos del hombre como pueden ser el miedo a la muerte, a la violencia, al terror, al odio, etc., que responden a verdaderas amenazas con las que se identifican y que, por ende, les genere pavor de experimentar. La proyección, ahora, ya no es solo un producto de la imaginación o del inconsciente del hombre al que pueda resistirse, esta va más allá y se presenta como una figura visible a través del cine.

Lo abyecto

Ahora bien, el horror no solo responde al inconsciente humano sino también a través de su forma más corpórea o física a través de la repulsión. En el caso de Julia Kristeva (1988) el horror es descrito como una abyección, una repugnancia o expulsión. Es aquello que perturba el orden, el sistema y la propia identidad. En ese sentido, lo abyecto es lo que amenaza la vida y que debe ser necesariamente expulsado o repudiado.

El concepto de abyección es definido como un proceso por el cual se impide la realización de la existencia y el sentido de la vida. Hay un choque de fuerzas entre el “Yo” como sujeto y el “Otro” que suele ser una fuerza, evento o individuo de origen extraño. Un ejemplo claro de ello puede ser la reacción de uno al mirar un cadáver que representa directamente la inevitabilidad de la muerte y, por ende, el fin de la vida.

Lo propuesto por Kristeva es una extensión de la extraña sensación que formula Freud ya que ambos consisten en temas de represión que producen sensaciones horribles, no obstante, el tipo de amenaza que resulta lo extraño adquiere mayor intensidad a través de este último postulado. Lo abyecto no solo forma parte del rechazo hacia la represión intelectual de algún trauma o evento extraño, sino que es el rechazo de todo aquello que no forma parte del “Yo” y que, por lo tanto, resulte una verdadera amenaza, sobre todo, para su existencia física en el mundo.

Dicho esto, la esencia del horror, desde el psicoanálisis, se desglosa a través de las represiones sociales que pueden ser tanto a nivel mental según lo postulado por Sigmund Freud y lo siniestro, o a nivel físico con la interrupción del “Yo” según lo señalado por Julia Kristeva y la abyección. De hecho, estas teorías psicoanalíticas contribuyen al tratamiento que realiza el cine de horror para representar el miedo a través de distintas formas. Es más, estos dos tipos de horror se ven evidenciados dentro de las temáticas que desarrolla el género.

El cine de horror puede trabajar el temor a la monstruosidad desde lo más visceral como lo pueden ser las alteraciones físicas, anomalías o desfiguraciones en los seres vivos hasta lo más psicológico haciendo referencia a la presencia de seres que por medio de su conducta o mente provocan en el espectador sensaciones de angustia, asco u horror sin poseer alguna alteración física o malformación.

Sea como se presente, en ambos casos el horror se genera en relación al choque de dos fuerzas opuestas entre lo conocido y lo extraño, y que puedan ser representadas por contradicciones que impliquen una fuerte amenaza para la existencia absoluta del sujeto como la lucha entre el bien y el mal, entre lo diabólico y lo sagrado, entre la luz y la oscuridad.

El cine de horror, de tal forma, se ha convertido es un espacio para expresar todos los malestares de la sociedad. Es un espacio donde las identidades sociales entran en constante juego y la realidad se transforma para introducir al espectador a una atmosfera más ficticia y atroz de los deseos y miedos más escondidos de la mente humana.

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Gabriela Carrillo Licenciada en Comunicación Audiovisual. Maestranda en Historia del Arte y Curaduría de la PUCP. Directora de arte, fotógrafa y realizadora audiovisual interesada en temas de mediación artística, apreciación y análisis de productos audiovisuales.
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