Les Rendez-vous d’Anna y el dolor de una mirada distante

Cuando en una de sus mejores películas, Akerman nos cautiva…alejándonos

Chantal Akerman escribe y dirige Les Rendez-vous d`Anna (1978) o Los viajes de Anna; uno los acercamientos más crudos, penetrantes y mejor logrados sobre la soledad y los conflictos del interior. El film nos narra los distintos encuentros que mantiene Anna Silver, una joven cineasta belga que viaja por Europa Occidental presentando su más reciente obra. No obstante, serán los conflictos internos que acarreará la protagonista, aquellos factores que jugarán un rol determinante a la hora de que Anna pueda conectar emocionalmente con los distintos personajes que se irán cruzando en su camino.

Desde un primer momento, el espectador se ve sometido a contemplar a Anna en la cotidianidad de sus viajes bajo una mirada —aparentemente—, lejana y distante. Y, aunque la narrativa no tarda en ofrecernos ciertas pistas para poder si quiera conocer un poco más sobre nuestra protagonista, por un buen rato no sabemos casi nada de la vida de Anna, más el hecho de que es una joven y prometedora cineasta (pese a que, durante la película, no hay escenas en las cuales se observe una referencia concreta a su profesión). Pero, es mediante los encuentros que Anna mantiene con extraños y conocidos, en los que se dejará entrever un poco más de su vida. Estos personajes secundarios (que van desde su madre hasta un desconocido del tren a Bruselas), atraídos por la presencia lacónica de Anna, se acercarán a ella y le revelarán pasajes íntimos de sus vidas; para con los cuales Anna se mostrará atenta, pero muy distante y fría.

Pero los testimonios que se producen en cada uno de los encuentros de Anna, resultan ser muy importantes a la hora de poder captar la esencia de la película. Akerman nos presenta diversas historias secundarias (que van desde rupturas de compromiso hasta deseos frustrados de paternidad) a través de personajes melancólicos que, de alguna forma, tambien parecen acarrear ciertos conflictos en su vida al igual que Anna. Mas, el hecho de que estos se abran a ella, logra crear un contraste entre el frío al cual nos ha sometido la perspectiva de Anna con aquel candor que suele ser inherente tanto a la intimidad como a la confesión. Así, entonces, no solo podremos conocer un poco más sobre Anna, sino que también nos veremos atraídos a conectar emocionalmente con estos personajes debido a la aparente falta de emoción y sentimiento a la cual estamos expuestos. Y es ahí, justamente, donde la película dejará relucir su esencia tan cruel y devastadora, ya que ahora en nosotros cobra mucho más poder aquel mundo lúgubre y solitario que nos envuelve junto con la protagonista, y entregarnos completamente a la naturaleza gris e hipnótica de sus interminables cavilaciones ya no resulta un trabajo forzado; sino más bien, un acto dolorosamente empático.

De ritmo pausado y silencioso; en donde predominan las tomas estáticas y en donde también los tiempos alargados logran desarrollar eficaz y alternativamente conceptos como la melancolía, la soledad y la introspección; el tratamiento audiovisual de Les Rendez-vous d’Anna bien podría tomarse como una agobiante tribulación; en donde, además, colores mustios y apagados invaden el sendero pálido que el personaje interpretado por una bella y espectral Aurore Clémente verá materializado en habitaciones insípidas de hoteles, viajes que parecen aletargarse en poderosas introspecciones, encuentros cuyo impacto parece desvanecerse en el viento y ventanales que logran separarla del mundo entero. Además, tal y como Chantal Akerman ya nos lo ha demostrado, los roles que juegan conceptos como la soledad, la sexualidad, la ansiedad y lo cotidiano son muy importantes a la hora de analizar gran parte de su filmografía.

Esta es una película dolorosa porque resulta ser una mirada real; y como la propia directora alguna vez diría:“no hay diferencia entre el documental y la ficción”, es entendible como pudo mostrarnos de primera mano una obra tan impactante. Les Rendez-vous d`Anna bienpodría considerarse como una pieza “clave” para aquel espectador que busque acercarse al universo de la directora belga ya que contiene mucho de lo que vendría a caracterizar a un cine que desde sus inicios se estableció como un dialogo fuerte, apasionado y sincero.

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Álvaro Aures Redactor apasionado por el mundo cinematográfico y literario. He participado en la producción de cortometrajes universitarios como director, editor, productor y guionista. Escritor aficionado, en constante movimiento voy en búsqueda de historias diferentes.
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