Mi nombre es Bagdá (2020) y la feminidad reimaginada

La ficción como recurso discursivo en el cine

Mi nombre es Bagdá es el segundo largometraje de la directora brasileña Caru Alves de Souza, presentado en el 24° Festival de Cine de Lima (2020) y premiado con el galardón Generation 14 Plus en el Festival Berlinale en el año 2020.

En ella se recoge el día a día deBagdá,  una adolescente aficionada al skate que busca encontrar su propia identidad en un deporte considerado “masculino”, y que junto a su madre, tía, hermanas y amigas se enfrentan diariamente a una sociedad acusadora y heteronormativa. Una ficción que representa parte de la sociedad contemporánea de Brasil pero a la vez plantea una visión universal que refuta los arquetipos del personaje femenino.

Desde la narrativa se construye una historia que propone un debate sobre la femineidad y masculinidad en la sociedad, los roles que adoptan los personajes por razón de género y la confrontación de las mismas, explorando así, una expresión feminista a mano alzada.

La película realiza un cuestionamiento sobre la divergencia de la mujer en espacios masculinos desde la visión laboral, educacional y también de interrelaciones. Y contraria estos escenarios con personajes femeninos fortalecidos por su capacidad de crear comunidad entre ellas, representando la maternidad, la mujer emprendedora, la independencia de la mujer trans, así como su suficiencia económica y su condición libre de tomar decisiones. Esto está adjudicado a la visión de la directora sobre la constitución social y natural de lo femenino.

Los elementos, discursivos y audiovisuales, de esta película convergen en una transición hacia el cine autoral, expresando las interpretaciones de Alves de Souza de manera única y subjetiva sobre la representación de la mujer en su sociedad. Comprendiendo el cine como un medio de visibilización de nuestros deseos e ideas y nuestra manera de concebirlos, el film construye una afinidad imaginaria pero sin desconectarnos de una realidad latente en las sociedades latinoamericanas.

¿Por qué reimaginar la realidad?, tal vez como medio liberador o como una necesidad social de deconstruir la imagen de la mujer desde las artes, evidenciar la ideología patriarcal y combatirla, tal y como lo logra Bagdad, una chica de 17 años, aunque esto parezca propio de una utopía. Mi nombre es Bagdad presenta una imagen audaz, confrontacional y generacional de la mujer y aproxima su defensa a la reflexión de la audiencia.

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Claudia Pozo Estudiante de Comunicación Audiovisual y apasionada por los rodajes. Más que cinéfila, soy fangirl.
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