Paris is burning: sobre(vivir) en la fantasía

Todxs tienen una perspectiva sobre la representación, el éxito, sobre ser una parte de las disidencias sexuales, sobre cómo es sobrevivir en una sociedad que lxs excluye

El 4 de diciembre de 2020, se estrenaba de manera virtual el documental Invasión drag del cineasta Alberto Castro. El film cuenta y retrata la experiencia de la llegada, por primera vez en el Perú, de drag queens concursantes del famoso reality show, RuPaul’s Drag Race, en el 2017; y si bien el tema principal era la llegada a tierras peruanas del “fenómeno” drag, también la película dio espacio a testimonios de varias personas de la comunidad local LGTBIQ+ y sus propias experiencias sobre temas como la salida del clóset, la discriminación a causa de sus identidades de género u orientaciones sexuales, y un vistazo hacia la sociedad actual respecto a la visibilización y tolerancia hacia la comunidad.

Uno de los aspectos que más me habían sorprendido fue la enorme acogida que tuvo lugar en el aeropuerto con la llegada de las artistas drags (para empezar, me sorprendió el mero hecho de que llegaran a un país históricamente tradicionalista y conservador como el Perú, pero, increíblemente, hay una primera vez para todo) y el hecho de que muchas personas (entre grandes y pequeños, y diversas edades) fueran a recibirlas para darles regalos y una calurosa bienvenida fue un hito; y ni qué decir acerca de la gran masa de personas que fueron a ver sus presentaciones en vivo. Evidentemente, son otros tiempos los actuales, en donde la acogida, la aceptación y la visibilización son, cada vez más, aprehensibles.

Hasta hace poco, me asumí como miembro de la comunidad LGTBIQ+, desde mi salida del clóset el mismo año hacia mis padres (y la hago, una vez más, por este medio), y al ver la película había quedado bastante fascinado acerca de cómo, poco a poco, se van ganando espacios desde el arte y los medios de comunicación, no solo por la película en sí, si no también por medio de otro tipo de narrativas, como lo son el reality show mencionado líneas arriba, películas como Milk, Retrato de una mujer en llamas, The Normal Heart, Una mujer fantástica, Carol, y un largo etcétera; y como series de televisión como Pose.

Quisiera hacer mención especial sobre Pose, una producción con una historia de lo más atrapante y fabulosa. Esta es una serie que retrata las vivencias de personajes (incluyendo un enorme cast de personas gay y transgénero de color) durante los años 80’s dentro de la cultura de los bailes, las “casas”, la epidemia de VIH, entre otras. De hecho, si algunx de ustedes ha visto el show mencionado o RuPaul’s Drag Race, muy probablemente reconocerán algunos elementos en común como los bailes, los disfraces, las casas, el ‘voguing’, etc.

¿Y qué tienen que ver RuPaul’s Drag Race y Pose? Pues, precisamente, ambas producciones beben de la subcultura LGBTIQ+ afroamericana y latina de los bailes de los Estados Unidos durante los 80’s y 90’s. Desde los bailes (más allá del ‘dead drop’), los premios, y los disfraces, hasta las diversas categorías, la jerga, los desfiles y la moda. ¿De qué se habla cuando se habla de todo esto? ¿Qué categorías, qué premios, qué casas? Justamente, todo eso, es una realidad a la que podemos echar un ojo a partir del documental de Jennie Livingston: Paris is burning.

Considerando el mes en el que nos encontramos, nunca está demás encontrar una excusa para disfrutar de una película que nos ayude a celebrar el orgullo y, más importante, entender también parte de la historia detrás del orgullo. Esa fue una de las razones por las que me decidí en ver este documental tan aclamado y tan icónico, ya que es impensable concebir ninguno de los programas más exitosos de temática LGTBIQ+ sin tenerlo en consideración.

Y algunos pueden preguntar: ¿qué relevancia puede tener un documental que salió hace 30 años con la actualidad? Pues, en principio, saber un poco más sobre la historia de la comunidad (yo he aprendido muchísimo más); y en segunda, entender por qué, también, el tema del orgullo resulta tan importante.

Esta película hace una exploración de la escena drag, transexual y homosexual de los barrios pobres de Nueva York, hacia finales de los años 80; una escena, por cierto, llena de personas latinxs y afrodescendientes. Una línea con la cual se puede prácticamente entender la temática del film reside en el testimonio de una de estas personas, cuando dice “tienes tres cosas en contra en la vida. De por sí, todos los negros tienen dos: que son negros y que son hombres. Pero tú, además, eres gay. Lo vas a pasar muy mal. Vas a tener que valerte de mucha fuerza para salir adelante”.

Este sería el universo en el que encontraremos a los sujetos en los próximos 76 minutos, durante los cuales, se nos habla acerca del mundo de fantasía alrededor de los bailes creado por una comunidad marginada cuyos integrantes exponen el estilo de vida y las experiencias que han tenido (y tienen) en este “otro” mundo lleno de bailes, poses, premios, legados, etc.

Pero sobre todo, de hermandad. Un aspecto sumamente importante de esta película, es el retrato y la exposición que se le da a los testimonios de miembros de diversas “casas”: Labeija, Pendavis, Ninja, Xtravaganza. Todas dedicadas o especializadas en baile, maquillaje, confección de atuendos. Todos hombres, todos gays, todxs desafiantes ante las normas de género. Todxs marginadxs. Aprendemos que las “casas” son redes de contacto creadas por una “madre” que acoge a “niños” abandonados en las calles. No es un eufemismo: se trata de gente bastante joven que, debido a su orientación sexual o identidad de género, son abandonadxs y viven de la calle, bailando o ejerciendo la prostitución; al unirse a alguna de las casas, son provistxs de ropa, comida, un techo, y una familia con la que se generan vínculos muy profundos. Y esto es bastante especial: las madres y los padres de cada casa, en algún momento, han sido esos niñxs abandonadxs, y tienen la experiencia y la sabiduría de su lado, razón por la que entienden perfectamente por lo que pasan y por la cual les acogen.

¿Y a qué se dedican las casas en particular? Todo lo dan y lo viven por los “bailes” (balls): en sitios cerrados, se organizan bailes en donde compiten en categorías y donde ganan premios y trofeos; un lugar en donde toda persona tiene el derecho de exhibirse, ser mostrada, ser una misma, sentirse libre de cualquier prejuicio o juicio por contonearse con plumas o vestidos y bailar de manera “amanerada”. Es un sitio en donde la fantasía máxima es la expresión de la libertad de cada unx. Y donde las competencias son feroces: todxs se preparan para dar lo mejor de sí, con los mejores vestidos, los mejores bailes, las mejores actitudes, etc. Se trata de resaltar: llegar a la categoría de estrella, dentro de una comunidad de iguales, sabiendo que, fuera de ella, no podrían ser nadie (porque saben de la discriminación, amenenazas y prejuicios de las que son víctimas: nadie está a salvo cuando salen hombres en las calles vestidos de mujer, así como nadie está a salvo de ser violentado por ser un hombre gay o amanerado).

El juego de la realidad, de lo que no es pero que se puede ver, de lo íntimo, de lo que viene del interior y se expone hacia el exterior. Esto es lo que hace la comunidad, sean artistas drag, homosexuales, o transgénero. Todo se resume en un solo concepto: lo real (realness). Es justamente el objetivo de cada persona que pasa por uno de los bailes: llegar a mostrarse tan auténtico que parezca ser real. En un baile, si te vistes de ejecutivo, saben que no eres ejecutivo, pero, si estuvieras en el mundo real (ese mundo privilegiado de blancos donde la gente pudiente tiene una casa con más de 4 habitaciones y un sueldo fijo; absolutamente inalcanzable e irreal para la comunidad LGTBIQ+ de color), pasas completamente desapercibido. Es asumirse en uno mismo lo que se desea expresar.

Es en ese aspecto que todo esto se muestra como un estilo de vida contestatario hacia la vida que les ha tocado: una vida sin privilegios, en muchos casos, sin derechos básicos. Muchxs son desempleados, pobres, sin-techos. La cultura de los bailes les permite acercarse a esa vida aspiracional que, socialmente, es sinónimo de éxito: opulencia, riqueza, moda, joyas. Es mostrarse como superestrellas; y el mostrarse como tales es darle una bofetada a la vida desgraciada que les ha tocado, para vivirla con la mayor alegría y soltura del mundo, dentro del espacio que ellxs mismxs han conseguido crear.

Pasando a otro aspecto de la película, esta no solo retrata los testimonios sobre la vida de los bailes, sino también de la vida personal de varias de las personas que exponen parte de sus vidas y de su experiencia viviendo dentro de la comunidad. Una de ellas es, por ejemplo, Octavia Saint Laurent, una mujer trans con sueños de volverse una estrella y casarse. O Venus Xtravaganza (de la casa Xtravaganza) cuyo testimonio es bastante desgarrador y triste: huyó de casa a los 14 años, empezó a asistir a bailes a los 15, eventualmente recurrió a la prostitución (casi es víctima de un ataque al descubrirse que era hombre), y que desea, también, hacere una operación de cambio de sexo y vivir como mujer. Otra persona es Willi Ninja, un coreógrafo que logró catapultar a nivel internacional el ‘voguing’ antes de que Madonna lo volviera un fenómeno masivo. Cada unx tiene una historia, y no son lxs unicxs.

Todxs tienen una perspectiva sobre la representación, el éxito, sobre ser una parte de las disidencias sexuales, sobre cómo es sobrevivir en una sociedad que lxs excluye, que lxs teme, que lxs rechaza, en donde la única forma de poder estar presente en dicha sociedad es siguiendo la norma social; norma que para la comunidad no la representa, sino que oprime su libertad.

Y a pesar de que esto se ha visto hace 30 años, actualmente, aún vivimos en situaciones similares: una pareja gay no puede tomarse de la mano o besarse en público tan fácilmente sin que una persona piense que es inmoral o que “vulnera” sus derechos como heterosexual. Esta película nos permite ver, a nosotrxs, de dónde viene lo que conocemos, cuáles han sido las luchas de la comunidad en la historia, y la importancia de reconocerla y entenderla, porque así entendemos el porqué es importante sentirnos orgullosxs, sobre sentirnos libres y poder expresarnos. Por todo esto, les invito a ver este tan necesario documental que nos enseña la importancia del amor hacia unx mismx por conseguir lo que se desea, pero también el amor de una familia (elegida o no), y, lo más importante, celebrar la vida como si fuera un baile, donde la categoría es “vive como unx ganadorx”, y el premio es para todxs.

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Joaquín Zavala Publicista por vocación de la PUCP, estudiante de cine por elección en la EPIC y amante de las buenas historias por propia formación (desde libros hasta videojuegos). La edición, la fotografía, la dirección y el guion son mis focos de interés. Actualmente, trabajando en Sr. Burns como Analista Digital.
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