The Dark Side of the Rainbow: Cambiar la narrativa dentro de una película

El experimento que hizo que 1939 se parezca más a 1979 mezclando dos iconos del cine y la música

Al redactar, me encontré pensando en que la historia de The Dark Side of the Rainbow podría ser incluida en un video de Dross. La premisa se alinea muy bien pues es una coincidencia bastante extraña en el sentido anglosajón de la palabra. Tengo la certeza de que al menos uno de los mil canales de tópico misterio dentro de YouTube, ha hablado del tema, sin embargo.

Para el artículo de hoy, quiero explorar más allá del misticismo dentro de esta popular historia de redes sociales. Mi intención es, que al finalizar el artículo, el lector encuentre una nueva forma de explorar nuevas narrativas dentro de las películas. Que experimente asociando música y filmes para desarrollar un nuevo flujo creativo dentro de su dinámica imaginativa. Cuando escribo me gusta transmitir experiencias, por lo que quiero aprovechar la experiencia que implica ver The Dark Side of the Rainbow para compartir mi experiencia realizando la misma dinámica.

Para iniciar, debo mencionar que el artículo de hoy, es la transcripción de un fenómeno popularizado en 1995 por el diario Fort Wayne en una publicación que sugiere la sincronía entre la película El Mago de Oz de 1939 y el álbum The Dark Side of the Moon de la banda Pink Floyd de 1979.

Es decir, si reproducimos el álbum The Dark Side Of the Moon en los segundos iniciales de la película El Mago de Oz (específicamente en el tercer rugido del león de la Metro Goldwyn Mayer), los cortes dentro de la película, las acciones y escenas, calzan perfectamente con la psicodelia dentro del álbum de Pink Floyd.

 

El resultado crea una experiencia totalmente distinta, definitivamente se ha convertido en otra película. No es como si fuera el soundtrack siendo colocada adrede sobre las escenas, ni tampoco un AMV de los de Naruto con música de Linkin Park.

Fusionar ambas películas es como ver el sueño más hippie en cualquier asistente del Woodstock del 69. La onírica psicodelia dentro de los ritmos de la banda inglesa refuerza la sensación que acompaña los disfraces y colores ultra vividos dentro del filme.

Este tipo de experiencia narrativa no se dio gracias a que Roger Waters empezó a componer las piezas de The Dark Side of the Moon mientras veía El Mago de Oz, controlando rigurosamente el timing dentro de las escenas. Tampoco es la coincidencia de que justo al momento en que el redactor de la Fort Wayne se dispuso a ver El Mago de Oz, empezó a sonar de fondo el álbum de la banda británica (no tengo pruebas, pero tampoco dudas)

Estoy convencido (o quizá no) que The Dark Side of the Rainbow nace de forma lúdica más que experimental, sin embargo, independiente a las circunstancias. Esta forma de experimentación en sincronía involuntaria de álbum más película, debe ser una herramienta aliada para explorar y encontrar nuevas formas narrativas dentro del cine y trabajar la creatividad.

En cualquier profesión, las referencias nos dan un buen punto de partida para hacer volar la imaginación y conseguir un buen resultado final. El músico escucha música, el cineasta ve películas y el arquitecto a la naturaleza… El flujo creativo suele ser el mismo, pero ¿Por qué no explorar más?

Hay muchas formas de darle un giro a las prácticas de producción creativa y una vez que la encontremos, podemos conseguir una nueva visión de todo, así como el mítico The Dark Side of the Rainbow. Han pasado tantos años desde la primera proyección de una película, que podría decirse que dentro de la industria se ha experimentado con todo, sin embargo, no se ha experimentado de todo.

Y The Dark Side of the Rainbow es… parte de la prueba.

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Renato Velarde Soy estudiante de Comunicación Social en la Universidad Nacional del Santa en Chimbote. Apasionado total al séptimo arte y músico a medio tiempo que sueña con el día que hacer cine en el Perú, sea una oportunidad y no una locura.
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