
Últimas imágenes del naufragio
(Eliseo Subiela, 1989)
Sobre las aguas de la inundación una cama flota a manera de canoa con dos personas en ella. El encuadre es bello por la simetría, por la música, pero sobre todo por la incertidumbre en que se abrazan sus sobrevivientes.
Los personajes de Subiela, inconformes siempre, atraviesan una larga búsqueda que inevitablemente va alterando la realidad. En esa travesía el espectador se ve absorbido por las preguntas que el autor se plantea y que no siempre alcanzan respuesta.
Roberto, vendedor de seguros, escritor nocturno, esposo aburrido, encuentra en Estela, una prostituta de insólitas maneras, la posibilidad de enrumbar la novela que siempre ha perseguido, el barco al que apela para escapar de su vida.
A medida que se acerca a ella descubre a su particular familia y el extraño mundo que los rige. Un hermano que repara un avión en la azotea, otro que tacha palabras para librar la memoria, ellos son también los elementos que, de algún modo, incitan su espíritu literario. En esa lejanía que le presenta Estela, los muertos pasean en los buses o bajan de la cruz en las iglesias para escucharnos y sufrir con nosotros (como nosotros).
Por momentos, pocos, el protagonista, se percata de la ruptura de la realidad, pero no hace nada para impedir su ingreso, apenas lo señala, y esta sensación se apodera de nosotros, también. Sería injusto de nuestra parte juzgar el planeta de Estela como el nuestro. Estamos ante una reinvención del propio director. En él, Subiela deja prosperar su mirada y se permite los aforismos, los símbolos y esa belleza triste que parece introducirnos a ciertos cuadros de Magritte.
Descubrimos, entonces, que el intento de escapar no solo le pertenece a Roberto sino también a Estela y a los suyos. Atrapados por una economía doliente, por el rencor, pero sobre todo por el abandono de un padre fantasma que jamás se aparta del recuerdo, observan en el novel escritor una forma de liberación, de reposición y de entenderse, tal vez, a través de las palabras.
Esta orfandad es masiva, y la felicidad, por su lado, violenta, se escabulle en un baile, o en lo que dura una copa de champagne.
Últimas imágenes de un naufragio a diferencia de otros títulos memorables del autor como El lado oscuro del corazón (1992) u Hombre mirando al sudeste (1986), es más difícil de encontrar. Fue escogida, sin embargo, para ser restaurada en alta definición para un ciclo de clásicos del cine argentino organizado por INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes audiovisuales), esta es la plataforma: https://play.cine.ar; sin embargo el catálogo varía constantemente. De igual modo, adjunto otra dirección, menos oficial, en donde los interesados podrán observarla: https://ok.ru/video/395836918411.


